(Mi libro ‘La casa de las palmeras’ en Amazon)
El 18 de junio de 2010 era viernes,
yo llevaba unos días recién instalada en Londres como estudiante de inglés, y
me decidí al fin a debutar como bloguera con un primer post titulado Nubosidad variable. Hace por tanto siete años que mi blog
y yo abrimos esta ventana digital llamada Cúmulos
y limbos, en homenaje a la novela de Carmen Martín Gaite que tantas veces he releído a lo
largo de los años.
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¿Qué he hecho en estos siete años? Escribir un libro. |
En estos siete años muchas cosas han
cambiado, o mejor dicho, se han recolocado y reorientado como piezas distraídas
de un puzle temporalmente disperso que se remueven, cambian de sitio,
zigzaguean y al fin encajan en un lugar más amplio, luminoso y lucido. Una de
esas cosas realojadas es mi primer libro de relatos, La casa de las palmeras, que empecé a escribir en Londres y
que publiqué a mi regreso a Madrid. Como soy un lento caracol, hace apenas unos
meses decidí ponerlo a la venta en Amazon , y ahí podéis encontrarlo.
Recapitulando: en siete años he escrito 389
entradas en este blog que acumulan más de 242.000 visitas en total. Aunque
suena a cifra modesta, a mí me parece una enormidad para estos cúmulos y limbos
nada publicitarios ni publicitados que coloco en generoso desorden sobre mi
patio sin tejado. Escribo con menor frecuencia que hace siete años, aunque le
pongo la misma pasión a los temas de mujeres, libros, viajes, historia, arte…
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¿Qué he hecho en estos siete años? Viajar a Japón. |
Al cabo de siete años, continúo
descubriendo escritoras que me fascinan con un libro y me atrapan para
siempre, hasta el punto de que tengo que devorar toda su obra. Me sucedió
primero con Siri Hustvedt al leer El verano sin hombres y hace dos meses tuve la suerte de conocerla en
persona, en Madrid, hasta donde se acercó para presentar su último libro. Me pasó después con Hiromi Kawakami y
su El cielo es azul, la tierra blanca, y más recientemente con Yoko Ogawa como resultado de leer La fórmula preferida del profesor. Estoy enganchada a las tres y, por supuesto, sigo deleitándome con Gaite, Laforet, Ginzburg, Yourcenar, Chevalier y tantas otras.
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¿Qué he hecho en estos siete años? ¡Vivir! Ahí es nada... |
Como dije en junio de 2010, tengo claro que la vida no es una carcajada continua, ni tan siquiera una
sonrisa indulgente. Tampoco podemos pasar las 24 horas del día encaramados a
una nube. Pero para lidiar con los cambiantes estados de ánimo, nada mejor que los libros, el arte, la historia, los viajes, la escritura... Porque todos tenemos algo que decir aunque nadie escuche.
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